Tarde de
fútbol en el Coliseum. La iniciativa azulona de captación de abonos para la
segunda vuelta ha enganchado a una afición desaparecida desde hace unos cuantos
años. El club azulón llegó esta misma semana a la insólita cifra de 10000
abonados, horizonte con el que soñaban en la entidad madrileña. Para no hacer
el feo, el nuevo Coliseum vio un nuevo Getafe, mucho más creativo e intenso que
durante el inicio de campeonato. Enfrente, el Espanyol, que atravesaba una mala
racha de resultados, y que llegaba al feudo azulón con la esperanza de llevarse
los tres puntos.
El
Getafe empezó mejor que su rival, y eso se notó en el juego y en las ocasiones
que se iban sucediendo en el partido. Tan solo en el minuto 13, llegó la
primera opción seria de batir a Pau, pero el balón se marchó por encima del
larguero. 7 minutos después, fue Juan Rodríguez quién se topó con la madera,
que escupió un testarazo que levantó de sus asientos a ambas aficiones. Pero el
Espanyol todavía no había arrancado, y cuando lo hizo el resultado fue
inmediato. Hernán Pérez hizo el primero visitante con un cabezazo inapelable
que fusiló a Guaita. La reacción local no se hizo esperar, Pedro León,
brillante en el día de hoy, empató el encuentro tan solo 3 minutos después,
dejando a Galca con la miel en los labios. Tras el gol, el Getafe se encontró a
sí mismo, y creó un vendaval que superó en todos los aspectos a un espanyol que
no supo reaccionar ante el empate. La remontada azulona no se hizo esperar, y
Sarabia puso el 2-1 en el minuto 35. El Espanyol se encontró de repente con su
dura realidad, e intentó reaccionar antes del partido, algo que se plasmó en un
disparo de Caicedo que inquietó a Guaita.
Tras el
descanso, el Getafe dio un paso atrás, algo frecuente en los partidos de los de
Fran Escribá. El Espanyol arrinconó a los locales, pero los periquitos no
lograban superar el intenso marcaje de los azulones, Tan solo a balón parado conseguían
poner en jaque al cuadro getafense, sobre todo en un golpeo al palo de Salva
Sevilla que a punto estuvo de acabar dentro de las mallas. Era el turno de los
catalanes, y eso se vio en el partido. Dicen que el hombre es el único animal
que tropieza dos veces con la misma piedra, y esta vez fue el Espanyol quién chocó
en innumerables ocasiones contra una piedra, el Getafe. Los visitantes
insistían en llegar al área por el centro, pero el conjunto de Escribá acumuló
hasta 6 hombres en la media luna. Buen juego y perseverancia no bastaron para
derribar el muro del Getafe, que salía airoso de los chances del partido y se
sentía cómodo defendiendo sobre el tapete verde. A la heroica lo acabaron intentando
los pericos, pero Moi Gómez, en la última jugada del partido, puso la puntilla
al cuadro blanquiazul.
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